Una fábrica de papel funciona 24 horas al día, 7 días a la semana y hasta 365 días al año. El papel corre a una velocidad de vértigo (hasta 120 km/h) por las tripas de máquinas que pueden llegar a medir 350 metros de longitud con anchuras superiores a los 10 metros. Los procesos están controlados de forma informática y la calidad del producto obtenido se verifica de forma continua a la velocidad de funcionamiento de la máquina. Una fábrica de papel tiene miles de kilómetros de cables, cientos de kilómetros de tuberías y cientos de válvulas, motores, compresores, bombas…

Y todavía hay más, porque el papel no solo son papeleras sino un gran sector industrial, basado en el ciclo sostenible del papel. Podemos incluir a industrias tan diversas como la industria forestal, los recuperadores de papel usado, los fabricantes de celulosa y papel, los manipuladores de papel, los fabricantes de cajas de cartón, de sacos y bolsas, los fabricantes de mandriles, de sobres, cuadernos y carpetas, las empresas editoras, los impresores de libros, folletos, etiquetas, revistas, periódicos, las ingenierías, los fabricantes de equipos y bienes de equipo específicos de nuestro sector, centros de formación…

Sólo en Euskadi, más de 1.600 empresas y 12.000 empleos directos contribuyen a que las tecnologías papeleras no dejen de evolucionar y de aplicarse. Con ello no solo se mejora la productividad, sino que se fabrican, con el máximo respeto al medio ambiente, productos sorprendentes que responden a multitud de necesidades. Fíjate, más del 30% de los papeles que hoy usamos, responden a usos y funciones que hace 10 años ni siquiera existían.

Al margen de las inversiones que todo ello supone más de 600 millones de euros en los últimos 10 años, el 93% de los fabricantes de pasta y papel trabajan bajo sistemas de gestión certificados ISO 9001 para asegurar la calidad de sus productos.

El papel es 4.0